Como cerdos en su propia mierda

24 abril, 2017
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24 abril, 2017 Pedro Martí

24 Abr de 2017 @ 15:45

En una sociedad posterior al año 2010, los ciudadanos tienen cada vez más complicado el acceso a la literatura, ya que, según su gobierno, leer les impide ser felices porque llena de angustia. Y es que al leer, los ciudadanos comienzan a pensar, analizar y cuestionar su vida y la realidad que los rodea. El objetivo del gobierno es impedir que los ciudadanos tengan acceso a los libros, pues vela para que los ciudadanos sean felices, que no cuestionen sus acciones y rindan en sus labores. Una sociedad sin identidad, sin pretensiones, sin curiosidad, sin capacidad crítica; es una sociedad feliz.

¿A qué famosa novela corresponde esta sinopsis?

Bien podría ser la sinopsis de Fahrenheit 451, de Ray Bradbury; pero en esta historia no hay bomberos que se dediquen a quemar los libros. En esta obra que he descrito, la aniquilación de la cultura no se llevaba a cabo mediante algo tan sonado y tan visual como la quema de libros, sino de un modo mucho más sibilino, nocturno y alevoso. Quiero pensar que eso resultaría escandaloso para nuestra sociedad, y que la gente no lo toleraría; aunque, honestamente, no me atrevo a vaticinar el número de españoles que colmaría las plazas en señal de protesta, pero sí me atrevo a decir que serían menos de los que protestarían si el Madrid perdiese diez partidos seguidos.

No, como ya he dicho: no hablaba de Fahrenheit (obra que os recomiendo), sino de nuestra vida. Una vez más, la realidad supera a la ficción. El gobierno, no contento con meter la tijera en los cerebros de los jóvenes de bachiller, dejándolos sin música ni filosofía (no sea que aprendan a crear o a pensar por sí mismos) ha decidido eliminar también la asignatura de Literatura universal. Esto me recuerda cada vez más a la serie Divergente, o a Los juegos del hambre y es que da la impresión de que al gobierno (o al Capitolio, como prefiráis) no le interesa que nadie se desmarque demasiado del rebaño.

¿Las razones oficiales? Desconozco si existe alguna. Puede pareceros que no me he documentado, y de hecho, así es. Me resulta ofensivo tener que buscar en el amigo Google alguna razón de peso para este nuevo atropello, así que no voy a hacerlo. Vaya, que no me da la puta gana escuchar posibles excusas, y punto.

De igual modo, no voy a buscar en Google las verdaderas razones, las intenciones ocultas detrás de la inquietante jugarreta de estos ladrones (no de dinero, que eso lo decida un juez, sino de oportunidades, de la individualidad humana). Esta vez no lo voy a buscar, no porque no me dé la puta gana, sino porque no me hace ninguna falta un buscador web.

Un pueblo idiota es mucho más fácil de gobernar. Y como ya no decía el maestro Pío Baroja, un cerdo es inmensamente feliz en su propia mierda, ¿pero por qué? Porque no conoce nada más.

Y por supuesto, no anhelamos lo que no conocemos.

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